ANDREA CARRIÓN GARCÍA
Bailarina, coreógrafa, escritora y modelo
Andrea, natural de Murcia, España. Después de formarse en teatro y tener experiencia profesional con Cia. Teatro 0, Murcia, descubrió la danza y se enamoró profundamente del potencial de expresión física y carnal del movimiento. Esto le llevó a estudiar en el Conservatorio Profesional de Murcia, en la EBCD, Valencia y en EDCM, Montreal.
Ganadora de edición X Concurso Tiempo de Danza, ganadora de CREAMURCIA 2021.
Ha sido becada por Cía. Tejido Conectivo, Cía. La coja Dansa, OD y por Leviathan Studio (Lasqueti, Canadá).
Ha presentado su trabajo coreógrafico en festivales de Canadá, Nueva York y España.
Entre algunos de los proyectos para los que ha trabajado destacan Litlle M de Anders Duckworth y The place, Londres
Perpetum Mobile Damiano Ottavio Biggi, bailarín Thanztheater Wuppertal Pina Bausch
Actualmente tiene su sede en Murcia, lugar dónde se crean la mayoría de sus producciones a la par que se desplaza para colaborar y trabajar con otros artistas.
Siento que hay una dimensión que está más allá de lo personal y de nuestra personalidad que sin embargo es parte de la respuesta a lo que es mi identidad como individuo y le da sentido a mi existencia.
Es para esto que me entreno e investigo cómo ser lo más fiel posible al trabajo que realizo.
Lo que me motiva profundamente a hacer esto no es simplemente el hecho de que mi rol es ser una intérprete, sino querer realmente encarnar el significado de serlo. Y un intérprete como servidor tiene algo más grande a lo que debe servir que él mismo, pero a la vez, la única manera de hacerlo es a través de sí mismo y su originialidad.
Desde mi punto de vista, esta es la obra de arte en sí misma.
El arte no puede materializarse a menos que un sujeto decida ofrecerse como canal. Y de la misma manera que un canal necesita estar vacío para poder transportar el agua al mar infinito de un lado a otro, el intérprete también lo necesita.
Hasta ahora en todo mi proceso he aprendido que hay dos valores que fundamentan este estado: la honestidad y la humildad.
La humildad como conciencia activa de cuáles son mis propios límites y dificultades, cuando me siento perdida, cuando no entiendo lo que estamos haciendo, cuando siento que necesito aclaraciones, pausas, más claridad o incluso explicaciones. De cuando no sé.
Así como ser honesta y expresarlos claramente, ya que, de lo contrario, la intención de ser un canal lo más efectivo posible se volvería pretenciosa y perdería su significado, no consiguiendo servir a algo más grande que mi propio ego.
El vehículo para hacer brillar estas virtudes es la paciencia y la escucha. Ya que realmente aspiro a profundizar en la experiencia de la escena para ofrecer autenticidad. Soy consciente de que este es un proceso que necesita ser acogido, atendido y cuidado en el que la paciencia ofrece el tiempo que necesita para desarrollarse y la escucha nos dice de qué hay que ocuparse en cada momento.
La razón que hace que todo este proceso de aprendizaje, profesión y vida sea importante para mí es la motivación para dejar de sufrir y poder compartirlo con los demás. Compartir alivio, claridad y libertad desde el corazón. Compartir amor, que es vida. Y compartirlo desde la autenticidad del momento. Incluso cuando eso implica compartir dolor y sombra. De hecho, sobretodo en estos momentos, porque si como intérprete y creadora estoy comprometida con la honestidad, también lo estoy con la realidad de mi vulnerabilidad.
Esta es un constante anclaje a la realidad y una brújula infalible para no perder la verdad ni la posibilidad de seguir creciendo en escena (y fuera de ella).
El arte es una dimensión que no puede existir sin espectadores; quienes con su atención crean el espacio necesario para sustentar la expresión a través de los intérpretes.
Como intérpretes físicos, el contacto y la implicación a todos los niveles (al menos a los niveles que ustedes conciban) es parte fundamental para crear una expresión honesta. Y esto, una vez más, pasa por reconocerse, aceptarse y dejarse vulnerable. La labor del intérprete es humana.
Y considero que la expresión del arte es una necesidad del ser humano. De tal manera que un intérprete se vuelve indispensable para que el arte se exprese.
Esta es una interrelación y codependencia circular a la que quiero servir.
Y cuando digo que esto me ayuda a dejar de sufrir es porque en el proceso de despegarme de mi visión para volverme más flexible como canal a todo tipo de contenidos, siento que puedo trascender mis propias limitaciones.
Esto es tener una actitud de SÍ ante todo. Es subirse al carro del flujo de la vida asumiendo que el canal que eres no puedes cambiarlo.
Y en esa experiencia te das cuenta que las limitaciones no son restricciones, si no colores que dan identidad al ser único y especial que eres. Entonces tu vulnerabilidad respira tranquila y como intérprete te expandes y brillas en escena desde la autenticidad.
Esto es lo que me interesa en escena. Abrirme a mostrar lo que ni siquiera sé desde un SÍ absoluto a todo tal y como es. Fluir con la vida sin ponerle condiciones.
Dándole sin pedir nada a cambio y entendiendo que en el proceso de dar ya me he hecho inmensamente rica.
Ahora consideremos que vida y público son lo mismo.
Esto no es más, ni por supuesto menos que la recuperación de ese paraíso que creí perdido, pero que nunca lo estuvo, aquí y ahora. Eso es vida. Eso es magia y eso es escena para mí.
Ser un Co-Creador respetuoso de la Realidad, y por tanto, eficaz al servicio de las circunstancias.
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